Sunday, March 23, 2008

Había una vez una doncella vintage

Como salidas de un libro de cuentos, ilustradas con delicados trazos de personalidad, las mujeres de hoy desfilan día a día con un estilo nostálgico. El vintage llegó para rescatarla de las garras de la banalidad y lo insulso.

Los artículos de feria se han vuelto fetiche, conquistando todo territorio estilístico: las pasarelas, las vidrieras, el cine, y hasta la calle.

Atraídos por los nuevos recursos, todos se dirigen a los negocios vintage como si fueran una verdadera mina de oro; y es que realmente lo son, porque cada uno los artículos en venta tiene una historia propia, una vida pasada de la cuál deberán desprenderse en el mismo instante en el que un nuevo dueño pose sus manos sobre ellos al grito de: ¡Me lo llevo!

Luz, cámara y acción
Los/las vestuaristas alrededor del mundo, implementan todo tipo de accesorios para dar a los conjuntos el toque perfecto de eclecticismo.


Un buen ejemplo es la película independiente Brick del 2005, en la cuál el personaje de Nora Zehetner adopta una apariencia ideal. Con tez blanca y cabello oscuro, jugando con las texturas y los colores, la diseñadora de vestuario logra que su cartera roja sea tan protagonista como ella. Como si esto fuera poco, la actriz, está en pareja con el dueño de dos locales de ropa vintage, uno en Los Ángeles y otro en Nueva York.

Otro ejemplo inmortal es el de Carry Bradshaw, con una imagen inconfundible y una obsesión por los Manolo Blahnik, por obra y orden de Patricia Field, quién también fue jefa de vestuario en “El diablo se viste a la moda”.  
Hace ya algunos años, y en casos sucesivos, el vintage acapara la pantalla, con artículos que no se pueden conseguir en cualquier negocio.


Los accesorios son los mejores amigos de una chica 
Las carteras retro se han vuelto figurita repetida en Rodeo Drive, al igual que los vestidos de las marcas de renombre en la alfombra roja. Por su parte, el clasicismo de Nueva York se encarga de explotar al máximo el potencial del glamour de antes. 

Los zapatos evocan las distintas décadas con múltiples formas y tacos, desde El Teatro Chino hasta el Central Park. Mientras tanto, los abrigos de la “Quinta Avenida” adornan las calles porteñas. El paseo de compras es Palermo y San Telmo, con increíbles recursos que parecen sacados del baúl de los recuerdos.

Las vidrieras alrededor del mundo se ven invadidas con diversos artículos: zapatos de animal print excéntricos e imponentes, adorables carteras Birkin, hermosos tapados, capelinas muy femeninas, y fantásticos anteojos de los años ‘50. El recorrido es como un paseo por las nubes en un cielo pintado de vintage.

Lo que antes se consideraba pasado de moda, ahora es exclusivo. Y es que cada una de estas piezas da rienda suelta a ser único. Cada prenda o accesorio es irrepetible, y nos permite diferenciarnos. Nos da la posibilidad de divertirnos creando una especie de alter ego, que se regocija al saber que tenemos ese toque estético que nadie más tiene.

La genialidad se alcanza de la mano del buen gusto y la comprensión de que uno está comunicando a través de lo que viste. En el mundo del verdadero estilo las tendencias puramente tiránicas son desterradas, y si se tienen dotes de sofisticación y armonía estética, la vida puede ser color de rosa.


Por Sol Iametti

FUENTES: 
http://nora-z.com/gallery/displayimage.php?album=16&pos=139
http://www.fashion18.com/fashion/regulararticle/59/
PH: google images